martes, 28 de julio de 2009

Montevideo

















Luego del frustrado intento de ayer por llegar al centro caminando (aunque seas argentino y creas que te las sabés todas, caminar 9 kilómetros despues de 17 horas de navegación no es una buena idea, más si pensabas que eran 15 cuadras) decidimos optar por una original forma de transporte uruguaya: el colectivo. Para que se den una idea, es como un coche, pero alto y muy largo. Tiene muchos asientos dividos por un pasillito central, un chofer lo maneja y otro individuo te cobra cuando subís. Caminamos unas pocas cuadras hasta la terminal, que es como un garage donde hay muchos colectivos que salen para diferentes lugares, y tomamos uno con un cartelito que decía "Ciudad Vieja". Viajar en colectivo no tiene ningún misterio, te sentás ahi, mirás por la ventana, charlás un rato de cualquier cosa, y despues te bajás a donde querés. Casi llegando al centro, avistamos un carrito con unos precios de locos, lo cual aceleró nuestro descenso del vehículo. Caminamos hacia atrás unas cuadras y llegamos a la Meca de la hamburguesa uruguaya: 20 pesos una hamburguesa con jamon queso y mayonesa. Si, ya sé, increíble! Salimos del lugar con 3 hamburguesas y caminamos hacia la plaza Independencia sumidos en un éxtasis gastronómico. Cuando desperté del trance aparecieron ante mis ojos el palacio Salvo y el monumento a Artigas. El centro de Montevideo es hermoso, es similar a Buenos Aires, las callecitas recuerdan a San Telmo, todo muy limpio, arquitectura colonial (algo más moderna que en Colonia), muchas plazas y espacio público bien cuidado. Cerca de la tumba del prócer uruguayo, llamaron nuestra atención unas chicas muy coloridas. Nos acercamos a hablarles. Con rastas decoradas de muchos colores, Jesica y Vanesa venían de Brasil, una de Rio Grande do Sul y otra de Curutiba. Nos pusimos a recorrer la ciudad juntos, previo llamado telefónico a María, una amiga de la tana Claudia que reside en esta ciudad, la cual nos invitó amablemente a cenar a su casa a la noche. Caminamos hasta la rambla a hacer acrobacias (las chicas hacen además malabares y artesanias), luego a pasear por el puerto comercial. Fuimos caminando hasta una escollera de piedra muy larga y decidimos ir hasta el final, en donde habia un par de pescadores, y quedarnos por ahi un rato. De camino Vanesa me fue contando con una voz muy suave y dulce, aunque algo tristeciña, cosas muy interesantes sobre su vida, sus creencias, su trabajo (en portuñol tirando a brasilero). Ella es maestra en un jardín de niños, que provienen de familias muy pobres. Me mostró fotografías con los chicos, jugando, bailando, y hasta durmiendo la siesta. Por la expresión que acompañaba su relato se podia ver que le gustaba mucho su trabajo, que estar con esos niños le enseñaba y enriquecía mucho. Una vez en la punta de la escollera, tomamos algunas fotografía e hicimos malabares con tela, fue muy divertido (vamos a fabricarnos unas de esas, se siente muy bien hacer flamear y cortar el aire con esas telas de colores). Ya al caer el sol acompañamos a las chicas a su hotel y seguimos recorriendo el centro. Como ya teníamos un poco de hambre, compramos unas galletas de campaña, que son como los libritos de grasa de Argentina, pero con menos grasa, más livianos y algo más grandes. Recorrimos el trocen uruguayo hasta llegar a Shoa, un museo del Holocausto. Nos impactó mucho, sobre todo es destacable el abordaje que tiene el museo, el recorrido es lineal, y a media que se avanza se va desenvolviendo la historia, desde la plataforma electoral del partido obrero aleman, la asunción de Hitler, las leyes de Nuremberg, los ghettos, hasta la barbarie llamada "solución final". Es interesante también que no alude al golpe bajo ni se centra en el sufrimiento y horror de lo sucedido, sino que es un abordaje cronológico muy completo, con poesia, testimonios, obras de arte alusivas e instalaciones multimedia. No se queda sólo allí, sino que la ultima parte de la muestra se centra en el genocidio que hoy se sigue produciendo en diversas partes del mundo. Cierra la visita una frase de Einstein, que me parece digna de mencionar: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad.” Salimos del museo y caminamos hacia la casa de María. Llegamos y nos recibió muy amablemente en una casita hermosa, muy calída y llena de arte, nos presentó a su hija, Juanita Gutierrez, una chica muy desenvuelta y simpática (pero no le gusta que le saquen fotos cuando está despeinada). María tiene un emprendimiento de quesos y fiabres caseros, AlmaZen, y su caballito de batalla son unos pinchecitos de "picada al paso", una brochette con pan, quesos duros, longaniza, queso de yogur y salamín, una delicia. Probamos queso de cabra y longaniza como aperitivo, y cenamos una sopa riquísima hecha con vegetales orgánicos de la huerta, acompañada con galletas de campaña y un vinito (Juanita tomó coca cola). María vive en estas costas desde hace 6 años, se vino desde La Plata, es profesora de Filosofía en la universidad, y una gran apasionada por el arte y la cultura. Charlamos mucho y variado, con un DVD de Janis Joplin de fondo, con algunas pausas para jugar a la pelota con Juanita en pleno living. María nos ofreció su ayuda, y tras plantearle nuestra situación nos hizo dos propuestas, una, que va a contactar a su marido, que trabajó muchos años en el puerto comercial, para ver si nos permiten amarrar ahi mediante algún contacto o nos prestan un bote, y dos, agarrate, nos ofreció ser vendedores de sus productos! Decidimos arrancar con una cantidad chica para probar suerte, y arreglamos para vernos al otro dia al mediodia en el Yatch Club. Luego de un rico té mezcla de Marcela, te negro, y unas hojas oscuras, que no recuerdo el nombre ( tuvo la gentileza de obsquiarnos varias), y un rico qeso con dulce de leche de cabra, María se ofreció a llevarnos para Buceo, en su "coso". Salimos a la puerta, y vemos que el coso era un vehículo hecho con un ciclomotor, pero con carroza, todo cuadrado, muy simpático. Mientras Juanita saltaba de emocion, nos subimos a la parte de atrás del coso. Ya en marcha fuimos conversando (fuerte por el ruido del motor) y haciéndole cosquillas a Juanita para que se portara bien (tiene cosquillas en la nuca, asi que ya saben). Una vez en el Yatch, pasaron a conocer el barco, pero sólo desde el muelle, no querían subirse por miedo a caerse, nos despedimos y entramos al barquito a dormir, porque ya era tarde viste. Y ahi comencé a escribir: Luego del frustrado intento de ayer...

PD: Adjunto foto flogger de Juanita, ya que no le gustó la publicada.

lunes, 27 de julio de 2009

Una estrella azul

Cuando estoy navegando, siempre hay una estrellita que me guía. No importa si voy hacia el norte, el sur, o el oeste. Cuando no tengo ninguna forma de orientarme, ella aparece, y me indica con sus destellitos el rumbo correcto. Es más bien chiquita, y algo azul. No contenta con ningún lugar en particular en el firmamento, anda paseando por el cielo, a la espera de que algún navegante la necesite. Como no le gusta que le inventen nombres, no figura en ninguna carta celeste. Cuando está aburrida, se pone a contar estrellas fugaces o jugar carreras con algún cometa, aunque casi siempre los deja ganar, porque es muy buena, y no quiere que se sientan mal. La primera vez que la vi, estaba timoneando de noche, el barco se desplazaba a gran velocidad sobre una oscuridad bañada de estrellas, sentía que estaba abriéndome paso entre constelaciones, navegando por el espacio, en una hermosa nave con alas blancas. De pronto, veo un destello a babor. Un destello chiquito. Había aparecido una nueva estrella. Comenzó a moverse hasta quedar justo suspendida sobre la proa, y se quedó allí. Si el barco tendía a derivar, podía usar a la estrellita como referencia para seguir el rumbo. Se quedó hasta pasado el amanecer, fue la última estrella en irse, velada por el sol de la mañana, no sin antes saludarme con un cordial destello azulado. Desde ese día solemos navegar juntos por las noches. Asi que si ven una estrellita azul en el cielo, saludenlá, probablemente la estemos mirando juntos.

domingo, 26 de julio de 2009

Y la ciudad...

...fue dejando de ser una extraña. A esa tímida imagen nocturna que se nos insinuó cuando el primer arribo, hace un año y pico (o más aún: a ese recuerdo lejano de una visita en la infancia, a bordo del querido Barrabás II, con un vago aire de cañones y piedras, de gente grande hablando quién sabe de qué, y vómito de Garotos en un regreso a río revuelto) se fueron sumando rincones, anécdotas, gente.

Y me pasa ahora, mientras escribo-corrijo-discutoconmigo-corrijo-escribo, que no sé cómo incluir en un pedacito de pantalla, todas juntas, tantas cosas tan distintas y tan igualmente dignas de ser invitadas al relato. Tanto y tantos que componen esta nueva representación mental, con sus correspondientes asociaciones, que lleva ahora el rótulo de "Colonia del Sacramento".

Cómo contar que vinieron a comer Pablo, La Flaca, San Benito, Melisa y Luli (Y Meli no se animó a subir al barco y se quedó en el muelle, ja!), sin que sea una mera enumeración (más o menos detallada, el concepto es el mismo en ambos casos), meros componentes de una lista de actividades realizadas y gente visitada?
Cómo describir la sensación de caminar por el barrio antiguo, imprimiéndose en la retina y el alma cada espiral de vida golpeando y rebotando en cada piedra laja, en cada farol...

Artesanos amigos (nuestros, del candombe y del vino), Mimo Saico (grosso artista), La Tana Claudia, César el Cónsul, Luis Ortunio (un gran navegante, tipazo, que nos brindó una onda excelente y nos trajo unos alfajores riquísimos), y tanto coloniense amable, comparten el estante con una nota en un diario local, una degustación de vinos con LA picada y una caminata por la playa buscando el inexorablemente perdido gomón, por ejemplo.
Y de ahí a los 17 años recién cumplidos de mi herman(it)a Saiana en tierras cordobesas, al coqueteo con italianas bonitas por calles de piedra, a la venta de biscotti italiani y paseos en velero en el muelle viejo.

Y en el medio de todo eso, cambios de ánimo de diferente intensidad en ambos sentidos (pa`rriba y pa`bajo).
Momentos de gran jolgorio (alegre palabra si las hay) y de laburo exteeeenso.
Momentos de gran conexión y sintonía con los muchachos a veces, y ofuscaciones y refunfuños otras (las menos).
Momentos de gran conexión y sintonía con la guitarra a veces, y ofuscaciones y refunfuños otras.
Momentos de gran conexión y sintonía con el violín a veces (las menos), y ofuscaciones y refunfuños otras.

¿Y cómo, decía, meter todo eso (y todo eso que no puse) en una entrada de blog?
Bah, a lo mejor es que soy un salame yo y listo. A lo mejor alguien que escriba "un cacho más bien" te lo dice en dos patadas...
sí... es eso, me parece...

En fin, muy lindo Colonia, che!

jueves, 23 de julio de 2009

Adios Colonia mia!

Después de un par de semanas de tratar de conseguir una embarcacién auxiliar (gomén, bote, canoa, puerta del titanic, lo que sea!) nos dimos por vencidos... no hay botes en colonia, se ve que la gente de acá prefiere tener los pies en tierra firme. Decidimos a ir a probar suerte a Montevideo. Lo decidimos hace un par de días, pero se ve que esta ciudad no quiere dejarnos ir tan facilmente... Se levantó un temporal de fuerza 7 (vientos de 40 nudos) que hizo pasar vergüenza a todos los pelados no reconocidos del Río de la Plata, y a nosotros nos obligó a abandonar el fondeadero y buscar refugio en el puerto. Se sopló todo, sigue soplando mientras escribo esto... Se fueron un par de lanchas a la playa y se nos cortaron un par de cabos de amarra, por suerte sin consecuencias. De vender galletas ni hablar, los clientes se volaron. Asi que sin poder movernos del barco, en puerto, no la pasamos muy mal, meta panqueque, torta frita y mil delicias que nos trajo nuestra tana madrina. Ahora mismo el Urki esta preparadísimo para emprender la ruta hacia el puerto del Buceo, en Montevideo, cuando afloje un poquito, un poquito nada mas, el viento.















sábado, 18 de julio de 2009

De La Plaza

La tarde se iba, y salimos con Charles a vender los dos últimos paquetes de biscotti que nos quedaban. Dejamos al Urki en el muelle y rumbeamos pa`la plaza 25 de Mayo. Camino tranquilo, gente yéndose a guardar, llegada al fuerte. La noche, un poco apurada, nos había sorprendido de muy buen humor.

Desde un localito cálido y empapelado de fotos, Louis Armstrong nos llamó con un delicioso "A Kiss To Build A Dream On". Bicicletas salidas de una película de los años '30 nos recibieron en la puerta.
Un amable personaje, de simpáticos anteojos y tonada brasileña que se presentó como Eduardo, dueño del lugar, nos compró gustoso las galletitas que nos quedaban. No parecía tener más de unos veintipico largos, y conversaba con otros dos señores de, al parecer, igual procedencia. Charlamos un poco sobre nuestro viaje, pasando por el "asunto gomón", Montevideo, Buenos Aires, Brasil, mientras los ojos se nos iban deliberadamente hacia cada fotito, cada cajita de fosforos, cada cajita antigua, cada autito de colección y cada cosa bonita que vivía en ese lugar.
Mientras Eduardo se fue al rincón más apartado del local y los otros dos se retiraban, nos acercamos a una pareja de unos veintipocos que estaba desde antes de que llegáramos. Muy tranquilo él, increíblemente hermosa ella, venían desde Brasilia, viajando por tierra. Nos quedamos charlando frente al hogar a leña (sí, un hogarcito con un disco y objetos artísticos y antiguos arriba y un banquito enfrente).

Entre los cinco armamos dos o tres conversaciones, entre las que íbamos alternando como en una especie de juego de las sillas dialéctico. Las paredes mostraban distintas caras de Colonia, y pedacitos de distintas colecciones de distintos países. Eduardo nos contó sobre su site, sus fotos, la historia de su tío fotógrafo (un grosso que viajó con Bob Marley & The Wailers por todos lados sacando fotos), su fotogalería (esa en la que estábamos, precisamente). Mientras nos contaba cómo había ido armando ese lugar, que tenía mucho de fantasía cumplida, entendí de qué hablaba (si bien lo decía en portugués). Entendí esa elección de vida, ese dejar todo por algo que tal vez desde afuera no se entienda, pero que adentro se manifiesta como un mandato de toda la sangre, una necesidad irrefrenable de volcar en actos algo que ya vive, ya existe en uno mismo. Rafinha nos contó experiencias y cosas interesantes de sus pagos y de sus viajes. Cuando hablaba transmitía paz, debo decir. Juliana/Giuliana habló de cosas que no entendimos del todo. No porque fuera poco clara, sino porque era muy difícil distraerse de sus ojos, y de las fantasías que invitaban a vivir.

La galería se llamaba "De La Plaza", y debe estar entre los lugares más lindos y cálidos de Colonia.
Después de despedirnos de Eduardo, y de invitarlo a visitarnos en el barco cuando quisiera (fecha tentativa: lunes), nos fuimos los cuatro restantes al Urki a tomar unos mates. Una hermosa voz de mujer nos despidió a ritmo de jazz.

Otro servicio a la comunidad!

Para vos, que siempre quisiste hacer un poema! Ahora te tiramos una punta para que puedas expresar eso tan especial que sentìs cuando desmoldàs un flan Serenito y queda entero, o cuando corrès para llegàr justo para sacar el cafè del microondas antes de que suene, o cualquier otra cosa que te parezca digna de expresar. En princio un poema es un montòn de palabras juntas. Y listo. ¡Eh!? Nada màs!? Si, eso sòlo. Asi que agarrà una birome y empezà. Hacer un poema no tiene ningùn misterio. Agarràs y te ponès a escribir asi como salen todas las palabras que se te ocurren sobre el tema de tu elecciòn. Por ejemplo, aca escribi esto recièn mientras me ponìa un gorro verde y me tomaba un tè:

Agua de Colonia

Callecitas de piedra que trasnpiran Historia, flores rojas y faroles amarillos. Un cafè, a la italiana mejor hecho, y una oficina con el cielo como techo, un cane rompe palle y el tercer Pierrot de la historia, recitando sus verdades, de barquitos y ciudades, de amores y Polifemos. Un supermercado en el que nos gusta mucho comprar, el pan nuestro de cada dia. una pitufa italiana, y gatos con pasaporte. Un piano, un repique y un chico, dirjiendo el transito un 18 de julio, en una esquina cualquiera, entre Renata y Candela, submarino y tostado, entre el Cònsul y Collado, una flaca con pullover, y una fotògrafa chida, empanadas y abedules, calles con moños azules (èsta va para Lugones), y una bahia con muchos colores.


Ven? Es re fàcil! Por como està construido (al boleo) puede ser que queden algunas referencias y cosas que sòlo el autor, o algunos allegados, puedan dilucidar. Pero eso no importa, porque la gente siempre lo interpreta como quiere al final. Ahi està justamente la riqueza del arte. Podès ponerle signos de puntuaciòn o no, es como tomar el cafè amargo o con azùcar, aunque el efecto es muy distinto. Tambièn podès hacer "la gran Arjona". Esta tècnica consiste en hacer un abuso deshonesto del oximoròn, y jugar con opuestos contradictorios. Ejemplo, querès hacer un poema sobre el arroz con leche ponele, te deberìa quedar màs o menos asi:

Me quiero casar (pero en San Nicolàs no hay Registro Civil, asi que me mandaron a Tres Arroyos )

Arroz con leche, amargo postre
de mi adulta infancia
que me exprime làgrimas secas
en esta temprana tarde
donde el olvido me recuerda
que ya es demasiado tarde.

Èste quedo medio depre. Pero bueno, la vida es asì. Sale lo que sale. Asi que ahora prueben escribir uno e impresionen a sus tìas!

martes, 14 de julio de 2009

13 de julio




































Nos despertamos tempranito y fuimos a la casita en la que está viviendo Claudia (hasta que se concrete la compra de la suya, que ya está por salir). Llegamos y el Che nos recibió con sus saltos y mordiscos habituales (es un perro con mucha energía!). La tana ya había dispuesto los ingredientes sobre la mesa (habíamos dejado todo en su casa el día anterior) así que nos pusimos a preparar la masa, mientras tomábamos unos mates, y un rico café expresso. a la italiana por supuesto. Luego de los preparativos y horneado, en los que el Che supo apoderarse de varias galletas crudas (adoptó algunos rasgos de personalidad del verdadero Ché, sobre todo la perseverancia y los aires combativos) pudimos apreciar nuestra obra: 2 kilos de galletitas riquísimas, un kilo y medio de limón, y medio de chocolate. Las pusimos en unas lindas bolsitas con cierres de plástico que ya habíamos comprado en Buenos Aires y las presentamos sobre una canasta que nos prestó Clau. Ya estábamos listos para salir a vender! (no sin antes probar un par, no sea cosa que salgan feas y uno quede mal). Acompañamos a la tana hasta el banco y comenzamos la venta. La primer bolsita se vendió a los 5 minutos, lo cual nos animó mucho y seguimos cada vez con más confianza. En general la gente miraba la bandeja y le llamaba la atención, a excepción de las turistas norteamericanas, que al verte venir a lo lejos negaban con gestos de manos, acompañados con un aterrado “No, thanks!” (pensarían: “oh no! A dangerous uruguayan native! I better go away before he kills me”). Pero habia extranjeros muy buena onda también. Charlamos con dos viajeros de Dinamarca, que nos desearon mucha suerte con el viaje y las galletas, 3 lindas y simpáticas italianas nos compraron 2 bolsitas, y más tarde nos vinieron a visitar al barco, 2 canadienses que vienen viajando desde allá en un auto (un viajecito, eh) y muchos más. Al pasar por el Fuerte, el Mimo nos recibió con un recitado hermoso, seguido de una perfomance muy divertida. Seguimos recorriendo para vender, no sin antes dejarle una bolsita en su gorra, se lo tiene bien merecido, Mimo sos un groso artista! Dimos más vueltas y llegamos a la rambla, ya era casi el atardecer, las nubes parecían pintadas con témpera sobre un cielo que comenzaba a volverse rojizo, la isla de San Gabriel recortada sobre el horizonte, una belleza. Quedaban pocas por vender y pasamos por el consulado, a ver si el amigo César tenía alguna novedad sobre el gomón. Nos encontramos también con Rubén Collado, que estaba visitando al cónsul. Con su buena onda y solidaridad habitual nos dijeron que están hablando con sus contactos para conseguir algo chico, Rubén puede conseguir auxiliares pero muy grandes para nuestro barco (y muy caros sobre todo). Salimos del consulado y el Capi fue a vender las pocas bolsas que quedaban, Jero y yo volvimos al Urki, a preparar unas torta fritas, ya que sin querer no habíamos comido nada. Nos encontramos por el muelle con Gustavo, un tipo muy copado que trabaja en Hidrografía, y nos quedamos hablando un rato, de todo un poco, a él le gusta mucho el modelo del Urki, el Tritón 28, lo tiene muy bien conceptuado como barco fuerte y seguro. Hizo varios viajes a Brasil, y a Angra dos Reis específicamente. En eso llega el Capi, con la bandeja vacía! Vendimos TOOODOO!!! Contentos, nos pusimos a tomar mate, comencé a amasar, mientras Jero arreglaba el cable de alimentación del barco y el Capi ordenaba un poco la proa. Luego comimos escuchando música, Pink Floyd, un poco de celta, Gotan Project y Thievery Corporation (para variar un poco, venimos escuchando mucha balcánica, swing y jazz). Y luego comencé a escribir esto. Fue un muy lindo día, a pesar de la dificultad que implica haber perdido el gomón, estamos saliendo adelante. Ya cubrimos con esta venta los gastos de amarra y comida del día y sobra, así que estamos más tranquilos por ahora. Nos quedan todavía muchas cuestiones por resolver, y enfrentamos situaciones duras a veces, pero se desdibujan al contrastar con los momentos especiales que vivimos a partir del viaje, como una hermosa puesta de sol sobre el rio, sentir el viento acariciándote el rostro navegando en una noche salpicada de estrellas, vernos reflejados en los ojos de tanta gente querida que encontramos a nuestro paso, despertarte con el sol de la mañana entrando por la ventanita de la conejera y sentir, con esa primera respiración consciente, unas profundas ganas de agradecerle a la vida el haberte dado un nuevo día, darle las gracias por estar vivo en este mundo. Y eso no tiene precio, vistes.

Bueno, si llegaron hasta acá hay premio, una linda yapa: La receta de los originales, sabrosísimos y baratos Biscotti Italiani! (cortesía de Claudia)

Ingredientes:

400 g de harina
200 g de manteca
200 g de azúcar
2 cucharaditas de polvo para hornear
1 huevo
Cáscara rallada y jugo de 1 ó 2 limones (según como te guste)
(Para las de chocolate reemplazar la ralladura y jugo de limón por cacao a gusto y agregar un huevo más)

Preparación:

Colocar en un recipiente la manteca desmenuzada y el azúcar, trabajar con cuchara de madera hasta lograr una mezcla homogénea, luego desmenuzarla lo más fina posible. Agregar la ralladura y jugo de limón, y luego la harina, el huevo y el polvo para hornear. Mezclar bien y cuando quede bien ligada la masa, retirarla del bowl y estirarla sobre una superficie plana enharinada, dejando la masa en 2 o 3 mm de espesor (o como más te guste). Cortar con cortapasta o cuchillo y colocar las galletas en una asadera. Llevar a horno medio aproximadamente 10 minutos. Dejar enfriar y a chuparse los dedos!

Para nuestras galletas Nómades usamos además, un ingrediente secreto inconsegible, que convierte a estos ya deliciosos biscotti en algo todavía más especial. Mmm, ¿lo querés descubrir?! ¿Querés experimentar esa sinfonía de sabores en tu paladar? ¡Comprános unas galletas!


domingo, 12 de julio de 2009

Cazando pa` no filar







Y bueno, algo malo tenìa que pasar. En una maniobra con mucho viento y olas grandes, el cabo de amarra del gomòn se cortò, y para cuando nos dimos cuenta ya era tarde: nuestro gomocito negro se perdiò por el rìo de la plata. Realizamos la denuncia pertinente en Prefectura uruguaya, e hicimos una bùsqueda por la costa (suplaba viento sur hacia la playa, en una de esas) Pero nada. Snif. Bueno, de esto se desprenden dos cosas: 1 - No llevar embarcaciòn auxiliar de arrastre en mal tiempo, o hacerlo con un cabo fuerte como para bancarse a la Serra Lima y a la Carriò juntas, y 2 - Hay que hacer plata para compar otro! Nuestro derrotero y filosofìa de viaje requieren que si o si contemos con una embarcaciòn auxiliar para bajar a puerto estando fondeados, y ademàs como contingencia, en caso de abandono de barco, contar con una balsa de supervivencia. Asi que estamos en Colonia, buscando embarcaciòn. Ya movilizamos a nuestros contactos, amigos y personalidades de la faràndula (el mimo ese que està cerca del Fuerte) para ver que se puede hacer. Mientras tanto, con ayuda de la tana loca Claudia, estamos horneando galletitas (Biscotti Italiani) para salir por las calles a hacer unos pesos. Asi que si pasan por el muelle o la plaza principal, y ven a 3 flacos gritando "Galleetas, galleetasss, para llevarrlee a tuu vieeejaaa!" somos nosotros. Adjunto algunas fotitos ya que estoy, buenos vientos para todos y cuidensè de la gripe porcina (por suerte los chanchos ademàs de no volar, tampoco nadan, asi que la peste no llegò hasta acà).

miércoles, 8 de julio de 2009

Loconia

Salimos de San Isidro, luego del debido despacho (Prefecto molestísimo, si te veo de vuelta te voy a dedicar mi cara más fulera, te lo juro!) y las compras necesarias (tormentín, transductor para la ecosonda, víveres). Pasamos la noche en una amarra prestada (sin demasiado conocimiento del dueño de dicha amarra, por no decir nulo, ya que, obviamente no estaba) y aprovechamos para hacer una limpieza de sentina y tachar un par de tareas de la lista de actividades.
Finalmente salimos. El viento, según lo que habíamos previsto, nos jugaba a favor y nos daba unos buenos 8 nudos... peeeero, el maldito motooorrrrr, sieeempre el maldito motor, nos generó un retraso que nos significó que Eolo se cansara de soplar, y nos quedaramos sin viento.

En fin, después de una navegación para el bostezo, el lunes arribamos una vez más a Colonia. Como no podía ser de otra manera, la ciudad nos recibió de mil maravillas, con una comidita riquiiiisima en casa de la Tana: Spaghettis caseros a la italiana, con un rico vinito y un postre buenísimo hecho por ella. El Che, loco de contento, nos llenó la noche de piruetas tratando de robarse algo de la mesa. La tana está en una casita muy linda cerca del centro, donde para con sus gatas y el citado amigo perruno. Qué más decir al respecto, cómo contar lo bien que la pasamos?
Para finalizar nos fuimos pa´l barco, a hacer un merecido noni, con las olas meciéndonos en demasía (demasiada demasía, para mi gusto).