viernes, 25 de septiembre de 2009

Comentarios a las entradas

Nos dijeron hace poquito, y pudimos corroborar que así era, que no era posible subir los comentarios a las entradas. Al parecer ya está solucionado. No más que eso.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Hotel Lautrèamont

Un letrero estampado en el piso me dio la bienvenida al "Hotel Lautrèamont". La luz tènue de una lámpara de pie ilumibaba las verdosas paredes de la sala, mientras un sillón de terciopelo oscuro invitaba a posarse suavemente sobre él para leer una buena novela. Colgado en la pared, a la izquierda del respaldo, un antiguo telèfono recordaba inmóvil, la vez que había sonado por última vez. Comencé a caminar y llamaron mi atención unas láminas dispuestas a modo de cuadros. Bajo descascarados empapelados arrancados con los dedos, se habrían paso misteriosas fotografías y manuscritos hallados en el hotel. Escombros, ladrillo y polvo, que alguna vez supieron ser muros y molduras, silenciosos testigos de escritores con insomnio y furtivos amantes, yacían bajo los marcos. En el centro de la sala, una vitrina resguardaba restos y objetos diversos que alguna vez habían pertenecido a los ocasionales pasajeros del hotel. Junto a un reloj devastado por el paso del tiempo, oxidadas y maltrechas manecillas detenidas para siempre (el tiempo no se perdona ni a si mismo), una vieja postal fechada en 1927 se asoma entre los escombros. Una mujer saluda afectuosamente a una amiga. La ùltima frase quedó resonando en mi cabeza como una sùplica vana: "No me dejes caer en olvido". Tal vez esa postal con un nombre garabateado en tinta azul era lo ùnico que quedaba de esa mujer, la ùnica prueba de su paso por este mundo (y en algùn momento también será polvo). Hacia el final de la sala, una cama custodiada por dos mesitas de noche, y diversos objetos reproducian una habitación del hotel. Una vieja máquina de escribir (tal vez la que Julio Cortázar utilizó para escribir `La puerta Condenada`) y una gran valija coronaban la escena otorgando al conjunto una especial mística. Sobre el respaldo de la cama, imàgenes en movimiento nos daban a conocer rincones, sombras y rostros del hotel. Una cabeza de muñeca enredada en las cuerdas de un violìn, oxidadas cañerías, pasillos polvotrientos y desnudos y fragmentos de resoluciones presidenciales para la conservaciòn del patrimonio completaban la escena. Me quedè inmóvil unos instantes en el centro de la sala, con la mirada perdida en una fotografìa en la que se adivinaba un pequeño y polvoriento recinto, pensando en el paso del tiempo y en el implacable olvido. Contradictorios sentimientos rondando en mi, caminè lentamente hacia la salida, pensando en una llave con el nùmero "33", en una estrella y un corazòn pendiendo de un hilo, en un chirriante ventilador sobre mi cabeza, en una oscura habitaciòn, de un silencioso y decadente hotel, ahora ya derrumbado y convertido en polvo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Tambores

El rumor nos llegó de lejos, pero inconfundible. Piano, repique y chico nos llamaban con sus curtidas voces, vibrando en algún lugar de la nocturna ciudad vieja. Nos fuimos acercando guiados por el sonido cada vez más intenso hasta llegar a una intersección cualquiera, en donde una pequeña multitud rodeaba a los intérpretes del ritmo. Luego de unos breves instantes de charla nos dejamos llevar por la música y todos comenzamos a caminar siguiendo a los tambores, grappamiel en mano, y pensar que nos habían dicho…Los músicos marchaban como ejército hacia la batalla, y nosotros los acompañábamos a través de las desoladas callecitas, abrigadas apenas por la luz de algún que otro farol amarillo. Más gente se sumaba a la tropa a medida que dejábamos atrás esquinas y viejos edificios, perfumando la noche con ritmo. Entrecerré los ojos, y me dejé envolver aún más por la música. El trance se hizo más intenso, los golpes quebraban el aire, ojos en blanco, manos heridas, parches con manchas de sangre. La procesión fue haciendo temblar la tierra hasta la rambla, en donde se detuvo, y continuó agitando el aire con tambores y cuerpos danzantes, bajo la luz de un solo farol centelleante. El pulso final nos dejó sumidos en un delicioso silencio, y luego de unos fervorosos aplausos, que lo quebraron por unos instantes, desandamos camino por las solitarias calles de la ciudad vieja, llenos de vida, y con el corazón todavía latiendo al ritmo del candombe.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Clown, teatro, Espacio LH

Un cronopio con tricota tocaba el violín frente a la intendencia. Tocaba y se sentía inspirado, aunque de vez en cuando un poco expirado.
Tocaba y tocaba a las 23:24:25 Hs. y se distrajo mirando la parte del mundo que estaba a su derecha, y descubrió que un cronopio de nariz roja bailaba tregua y bailaba catala a la vieja usanza.
Se llamaron.
-Eugenio
-Jerónimo
Así se llamaron.

---------------------------------------------------------------------------------------------------

El día anterior había conocido a Eugenio, y después de un rato de charla me había invitado.
Por eso, este miércoles, fuimos los tres nómades a participar en un taller de clown y teatro que están llevando adelante en un espacio llamado "LH", que queda por ciudad vieja, en Solís y 25 de Mayo.

Terminamos nuestras tareas y labores, y fuimos para allá. Dimos unas vueltas hasta encontrar la entrada, y al fin, desde la puerta, nos llamó Eugenio.
Entramos. El lugar nos recibió con una especie de local largo con estantes con muñecos de juego de rol, dados, artesanías, y quién sabe cuántas cosas y cositas más (la próxima prometo una ojeada más detallada!).
Al fondo del espacio, se veía una cortina a modo de biombo, y un paso que abría el espacio hacia la izquierda. Más acá unas cinco o seis personas hacián ejercicios de estiramiento.
César, quien llevaba la batuta, nos invitó a sumarnos. Nos sacamos trastos y abrigos de encima, y nos pusimos en la ronda. Había un Nacho, un Quique, una Sara, entre otros. Más tarde una Flor (divina).
Siguieron los ejercicios de estiramiento, mientras más y más gente se sumaba.
Empezamos a caminar por el espacio, jugando con las posibilidades del cuerpo, del ritmo, de la caminata. La voz de stop iba dando lugar a distintas propuestas de juego. Proyección del cuerpo, de las miradas, de las voces, de la energía. Empezamos a probar el piso, y los distintos niveles, lo que llenó el espacio de reptiles, cuadrúpedos y demás. Empezamos a probar sonidos para esas posiciones nuevas, y no tardó en armarse la ronda. Consigna: de a pares salir hacia el centro, saludarse, proyección hacia público, vuelta a la ronda.
Y llegó la colchoneta. Caída hacia atrás con vuelta de carnero invertida de a uno. Pasamos todos. Bien, ahora de a dos, uno empuja, otro es empujado, y después al revés. Jugamos con las distintas pisibilidades de eso. Con distintas historias que daban sentido a las caídas, cada vez con más juego de personaje. Chau colchoneta.
Hola prendas de vestir y elementos disparadores: Cada uno se puso algo, y empezó a explorar desde ese algo. Caminamos por el espacio, buscando la forma propia de actuar, hablar y moverse de ese nuevo personaje. Nos organizamos de a dos o de a tres, a modo de siameses, mediante un punto de contacto corporal.
La voz de César, siempre guiando todo esto, nos iba ambientando en distintas situaciones, como el aeropuerto o el hospital, e iba dando pautas para que el grupo se escuche y se perciba mejor.
¡¡Buenísimoooooo!! Buenísimo mal! No se imaginan qué ganas tenía de esto, de mover el cuerpo, de jugar, de teatralizar...

Al terminar, ronda y charla.
Es un grupo joven, que recién se está formando, y eso se nota en la energía que se maneja. Todos tienen muchísimas ganas, por lo que participan mucho, muchísimo. De todas maneras, eso hace que todavía no puedan percibir(se) demasiado como grupo.
La charla se refirió un poco a esto, y se vieron posturas muy distintas. Durante toda la clase se habían notado estas cosas de las que ahora se hablaba. Se veía que muchas veces la atención estaba muy dispersa en chistes y boludeo, o en querer hacer lo más gracioso de todo durante la explicación de una consigna, y a veces por priorizar lo individual se atentaba contra lo grupal. Ojo, me parece super normal, se están conociendo y es todo un proceso y un laburo que no termina nunca, un grupo siempre está trabajando en eso, tenga el tiempo que tenga.
Me gustó la tarea de César, y de hecho me pareció muy copado. Bah, por lo que hablamos y jugamos, todos manejaban una energía bastante linda.

Terminamos, y César me presentó a un par de personas que estaban en ese proyecto con él. Pasamos al tallercito, que estaba en el espacio contiguo al que habíamos usado, y desde el fondo asomó una cara conocida.
-"¿Jero?"
-"Qué hacés locooo?"
Era Germán, un flaco que había estado en Buenos Aires hace un par de pares de años, y que había estado parando en la casa de mi hermana un tiempo.
Nos charlamos algo, y me mostró un par de golpes de candombe en el tambor (tendré que seguir practicando porque no pienso irme de Uruguay sin saber tocar candombe). Pine y Charles le agarraron más la mano. Yo me puse en espástico, uh!

Nos pasamos los mails, charlamos un poco entre los que quedábamos, y nos despedimos. Obviamente, volveremos!

La Sala y las Oficinas

Casi siempre a lo largo de 18 de julio, fuimos encontrando distintos puntos estratégicos para distintas necesidades.
Para afinar, ensayar, tomarnos unos cafés o mates, por ejemplo, está la Sala. Queda en la plaza del Entrevero, bajando la escalerita de entrada al espacio cultural Subte. Cuando está cerrado, el lugarcito entre la escalera y la puerta de rejas es IDEAL, así que lo adoptamos y lo bautizamos "La Sala". Cuando abre el Subte cierra la Sala, y viceversa. No te escucha casi nadie, y tiene una acustica bastante buena. Y tiene mística, que le dicen.

Para juntarnos o encontrarnos a una determinada hora, puede funcionar la sala, o alguna de las "oficinas".

Las oficinas son lugarcitos que por algo que se podría llamar "aura", sumado a un cierto flujo de tránsito peatonal, ausencia de puestos callejeros y repartidores de volantes, suelen estar buenos para tocar. Está bueno también que la gente que conocemos generalmente sabe que ahí es posible encontrarnos. Y de paso seguimos conociendo más gente, porque siempre se para gente a hablar. Bah, qué se yo, hay días malos y buenos. Hay días que la gente pasa, te felicita, te agradece, las chicas te hacen sonrisitas y ojitos, y otros que te ignoran completamente o te miran con cara de desdén. O caen los pesados que, por ejemplo, te hacen parar de tocar... ¡¡para decirte que toques algo!! (aaaahhh me enfurece cuando me hacen eso) y después se te quedan y se quedan y se quedan, y si al final, después de mil indirectas infructuosas, les decís que te dejen tocar y/o vivir en paz, se van y te dejan con la sensación de ser un mal tipo. Pero bueno, en las oficinas conocimos a gran parte de la gente que frecuentamos y que nos copa, también.
Mis preferidas son las señoras que se te ponen a hablar, porque en general son muy cariñosas.

El Pine generalmente está en el monumento al Gaucho, que queda sobre 18 pasando la intendencia. El lugar está bueno. Le falta un poco de acústica, por ahí, porque es un cruce de calles, pero pasa gente y es cómodo (según cuenta él, porque no toqué ahí). Su oficina alternativa, que funciona a partir de la tarde noche, queda frente a la intendencia al lado de una peatonal. Está bastante buena, y Pine cuenta que cuando apunta a las paredes de enfrente (ese edificio que acabo de nombrar, cuyo sinónimo no encuentro, así que no lo voy a nombrar para no sentir que digo todo el tiempo la palabra intendencia. Uy, lo dije) el sonido reverbera y rebota y suena reee bien. A veces me pasa que a una cuadra y media escucho su trompeta, y encima ya le re-conozco el estilo (y está bueno).

Mi oficina favorita queda en 18 y Cuareim, en la vereda del palacio de Relaciones Exteriores (se llama Palacio pero es una esquina bonita, nomás). Está bueno porque el edificio es lindo, y esa esquina tiene como algo de íntimo. Encima siento que ya tengo "mi gente" (el otro día estaba tocando en la peatonal, y pasó una mina y me dijo que tenía que volver a mi oficina). Pero como a veces siento que puede pudrir que esté siempre ahí, últimamente estuve rotando. Estuve yendo por ejemplo al Banco República, que queda más lejos, y que tiene una vereda gigante, ancha, y un techo altísimo. A veces me va bastante bien ahí, pero cuando hay poco paso de gente, al ser la vereda tan grande, no funciona demasiado.

Charles se había puesto de entrada, en una veredita, con un arco grandote que separa Ciudad Vieja de la Ciudadela. Un buen lugar: la gente pasaba brevemente, lo veía de lejos, y muchas veces tenía que parar obligadamente esperando al semaforo. La puerta de la ciudadela era el lugar que más plata daba, me parece. Bah, Charles en la puerta de la ciudadela (no era sólo la puerta). Pero un día la puerta se ve que se cansó, y ya no fue un lugar tan cómodo, ni dio tanta plata, y medio que se sintió echado por ella. El viento pasando por la puerta llega a ser terrible, y estuvo bastante ventoso este tiempo. Entonces probó en frente de mi oficina, pero no le fue tan bien, y al final descubrió un lugar que le funcionó de pelos: mi oficina (ladrón! devolvedla! jajaj).

Entonces, para compensar, le robo a veces la oficina de la peatonal a Pine. Y Pine, para mantener el equilibrio del Universo, se pone a veces también en mi oficina. Sin contar con que Fernando, un violinista ree copado al que conocimos en la calle (ya les contaremos de él) se pone también en la famosa oficina de Cuareim.
Hubo otra oficina, en la que probé pero que no funcionó casi nada, y encima a Charles le robaron la mochila la vez que probó allí (ya les contará él).

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Espacio Municipal de Exposiciones Subte

Si caminan distraìdamente por 18 de Julio desde la Plaza Independencia hacia el Obelisco, notaràn al llegar a la calle Del Entrevero, una bonita plaza bautizada con el mismo nombre. Al llegar allì observaràn una bonita boca de subterràneo. Si deciden descender por sus escalones, no veràn guardas ni molinetes, ni presurosas personas de traje con maletines. Veràn, sentiràn, y con suerte formaràn parte de una de las actividades màs transformadoras de la humanidad: el arte! Si, porque en este bonito salòn subterràneo se encuentra el Espacio SUBTE, un lugar dedicado a la exposiciòn de fotografìa, pintura, escultura, videoarte, instalaciones y experiencias estèticas de la màs diversa ìndole. El espacio principal es un amplio salòn de blancas paredes, muy iluminado, con columnas, una excelente acùstica, y lindos banquitos largos para sentarse. Yendo hacia la derecha desde la entrada principal hay un pequeño pasillo, cuyo extremo està cerrado con una puerta tijera negra (por alli se accede a otra escalera que da al exterior) y a un lado hay una sala pequeña, en donde se suele presentar una propuesta artìtica diferente a la ofrecida en el salòn principal. Paralelo al pasillo hay una pequeña pared divisoria y se accede a los sanitarios. El espacio cuenta con Wifi de alta velocidad, y numerosos tomas para enchufarse (ideal para viajeros, para revisarse unos mails, o escribir tranquilo tomandose unos mates). El Espacio SUBTE renueva su propuesta artìstica con regularidad, ya hemos presenciado dos ciclos distintos. El primero hizo un repaso de la producciòn fotogràfica brasilera, desde la tradiciòn màs pictòrica, imitando el estilo de la pintura, hasta los abordajes màs modernos, basàndose en el lenguaje propio y las tècnicas fotogràficas para generar resultados màs cerca de lo abstracto o surrealista. En la muestra actual, Arte Nòmade (nosotros no tenemos nada que ver eh!) se presentan obras de diversos artistas de todo el Uruguay, y la producciòn incluye fotografìa, escultura, e instalaciones diversas. Compartiendo el espacio, se encuentran dos muestras bien diferenciadas. Una, en la sala pequeña, sobre el mìtico Hotel Lautréamont, espacio que supo alojar a Borges y a Cortàzar en sus estadìas montevideanas. Tanto Julito como Bio Casares esribieron cuentos que trasncurrian en ese misterioso, antiguo y algo decadente hotel (el de Cortàzar es La puerta condenada), con tramas similares, y sin haberse leido mutuamente (raro, si me preguntan). La muestra imita el vestìbulo del hotel, hay numerosos objetos, cuadros con texto, fotografìas, y un video projectàndose sobre la cabecera de una cama, que replica junto con las mesitas de noche, una habitaciòn màs sombrìa que acojedora (dan ganas de tirarse igual, es ese sentimiento que me traen los hoteles algo decadentes, ese no sè que que invita a pasearse por carcomidas escaleras de marmol, entre el holor a humedad y nafatalina, contemplando empapelados amarillentos envueltos en un lùgubre silencio). La otra muestra digna de nombrar, es una instalaciòn de Catherina Romanelli, denominada Làgrimas vivas. La autora nos invita a experimentar una particular experiencia. Sòlo dirè que todo comienza con un video, en la que una bonita mujer pica afanosamente cebolla y luego guarda sus làgrimas en un frasquito, para luego repetir la operaciòn con otra cebolla. Al dar la espalda al video, un pequeño pasillito con numerosos frasquitos colgando nos espera, los invito a recorrerlo y vivir la experiencia. Le mando un frasquito lleno de "Gracias" a la autora!.

Bueno ahora lo bueno y lo malo:

Lo bueno:

- Es un lugar muy càlido y lleno de arte.
- Tiene WiFi y conexiones a la red electrica.
- Tiene lindos sanitarios.
- El personal del lugar es muy amable y simpàtico.
- Està abierto de martes a domingo de 15:30 a 21 hs.
- Es gratis.

Lo malo:

- Està tan bueno que no te querès ir.

Sigan atentos que esto sigue y sigue!
-

sábado, 12 de septiembre de 2009

Quedate tranquilo, yo te aviso.

Genial! El amable conductor me avisa. entonces puedo sentarme en un asiento doble del lado de la ventanilla, dejar a Libertad abrazada a un caño con su correa, y disfrutar del paisaje nocturno de Montevideo. Hacía mucho frío afuera y casi no había gente en la calles. Me acomodé y el sueño fue llegando de la mano de una versión de Ray Conniff del bolero de Ravel, dejándo mi conciencia colgando de un hilo que oscilaba pendularmente entre la vigilia y los mundos sutiles de las pompas de jabón. Salí de ese particular trance sacudido por la voz del amable conductor, que informaba habíamos llegado a destino. Al observar por las ventanillas un universo totalmente desconocido, opté por consultar para qué lado quedaba el puerto de Buceo, y su dirección me fue informada por el amable conductor, previa aclaración de que no me encontraba particularmente cerca. Bajé del colectivo y entré a caminar por una lúgubre callejuela de casas bajas. Las casas fueron mutando en ranchos a medida que avanzaba por el medio de la calle cada vez menos iluminada y casi sin darme cuenta me encontré en medio de un lodazal apenas iluminado con precarias construcciónes de chapa y madera rodeadas de montañas de basura y ladridos de perro. Haciendo la escena más surrealista, delgadas torres eléctricas de metal coronadas con luces rojas se erguian de fondo entre los desperdicios, y la luna rodeada por una blanquesina bruma parecía estar a punto de caerse del negro cielo estrellado. En ese momento, luego de lamentarme por no tener la cámara encima, decidi hacer caso omiso de la indicación del amable conductor, y buscar alguna salida de ese pintoresco lugar. Escudriñando el cielo encontré el brillante pulso blanco de una altísima antena, y decidi usarla como mi estrella azul (la cual sólo se presenta sobre el agua al parecer). Corté camino entre ladrillos, barro, chapas y maderas podridas, siempre siguiendo el destello de la antena hasta que súbitamente encontré pasto bajo mis pies y las casas bajas se trasnformaron en finas torres de apartamentos rodeados de parque. Caminé hasta una amplia calle con boulevard y divisé a lo lejos una estación de servicio. Avancé algo más tranquilo y le pregunté al llegar a unos taxistas que tomaban mate cerca de la estación, para que lado quedaba el puerto de Buceo. Luego de intercambiarse miradas de asombro, me indicaron con el dedo, al mismo tiempo me advertían de la enorme distancia que me separaba de mi querido hogar. También me hicieron notar que a esa hora y por ese lugar, yendo caminando hasta allá tenía muy pocas probabilidades de llegar entero y con todas mis pertenencias a destino. Casi como si de una orden se tratara, me enviaron a la parada de un colectivo, en la vereda de enfrente, indicándome que sería muy afortunado si lograba abordar en menos de 3 horas. No muy convencido crucé y al llegar a la parada, en un acto de rebeldia, tomé la decisión de ir caminando de todas formas (esperar es la actividad más penosa y miserable de la condición humana). Al ver mi trayectoria, gritos horrorizados me suplicaron que no continuara en esa dirección, y me sugirieron vuelva a la estación. Alli uno de los taxistas se ofrecío a llevarme hasta el centro de Pocitos, que es un barrio cercano a Buceo, para que tome un colectivo desde ahi. Luego de agradecerle infinitamente subi con él y me condujo por la zona hostil, manteniendo una agradable charla de camino. No contento con acercarme, me dejó en la mismísima puerta del club. Para agradecerle su gesto, y ya que sábía tenia numerosos nietos, decidí darle en adopción a Renni, asi que luego de una corta despedida (Cuidate loco, que estés bien, sos groso, sabélo) desprendí al peluche de mi mochila y se lo entregue al verdadero amable conductor de esta historia.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Feria Tristán Narvaja

Ponele que llegás en el bondi hasta 18 de julio y Tristán Narvaja. Ya venís viendo, desde antes de bajar, que es un quiloooombo de gente (se puede decir quilombo, no? ah... no? bueno), puestos, animales y qué se yo que más.
La Calle Tristán Narvaja es medio en bajada desde la 18 (de julio) hasta que se corta, al cabo de unas... diez cuadras, ponele. De manera que desde el comienzo, ya se ve como ese gran ciempiés, ese gran unmillóndepiés que es la feria bulle a lo largo de todo su recorrido. Por el medio de la calle se forma un pasillo sin fin, con una línea de puestos a cada lado. Las veredas tiene una especie de paseíto aparte, con puestitos más chicos, y un tráfico menor de gente.

La banda de sonido, a cargo de: señoras hablando con el nene, pregoneros pregonando, gente chapita, mujeres bonitas, mujeres muy bonitas, animalitos, mujeres a secas, parejitas, adolescentes, tipos con bigotes o sin ellos, gente.
La banda de colores, a cargo de: naranja pececito, verde zapallito, azul pantalón flogger, marrón óxido de caño de puesto de venta, rojo garganta gritando precios de puerro o perejil, verde cronopios nómades fascinados con la nueva vista, y otros.

Entonces, llegás, decíamos, no? (sí, decíamos) y en el principo de la feria, ocupando la vereda de la 18 (de julio), te encontrás con el sector "mascotas". Éste se compone de unos cuantos puestos con peceras, jaulas, jaulitas, tipos con víboras (perdón, serpientes) colgando del cuello, etc. y por ende señoras espantadas porque el marido, mamás cuidando de que el nene no vaya a, tipos que se quedaron preguntando si ese hamster o si ese jerbo, y demás frases descriptivas inconclusas.

A las mascotas las suceden los puestas de frutas y verduras, y a estas les sucede que las compran y las comen. $U12 el kilo de mandarina... sí, ta' bien... $U15 la zanahoria... va, después podemos comprar algo de verdurita. Entonces ponele que te metés por el medio de la feria, por el pasillo central, con una alegría y curiosidad indescriptibles, y de entrada descubrís una espalda delante y unos codos a los costados. Tristán Narvaja, como toda feria, tiene ese aire entre apurado y tranquilo, donde la gente trata de ir más rápido hasta que encuentra un claro entre la muchedumbre, donde aprovecha para ir más despacio. De todas formas, nunca estuviste en una feria así. Buenos Aires, al menos, no tiene nada igual. Tiene algo de Mercado central, pero más cultural, como una especie de Mercado central, con Plaza Francia y Parque Rivadavia... pero distinto. Las verduras y los libros comparten el vecindario con una ballesta, una señora que atiende con cara de traste (decir culo queda mal, no?), un artista que pinta caras de apache sobre tela, y un tipo fachero y pintón que está al lado de Charles y Pine, por ejemplo (jeje...).

La cosa es que seguís (suponete que estás buscando a tu amiga María, que vende en la feria) y te vas encontrando puestitos de todo tipo, desde los que venden libros hasta los que venden cachivaches (qué hermosa palabra!), pasando por los que venden ropa (unos cuantos), parches punk rock (a cargo de Gonzalo, un tipito copado, pero que abusa de los imperativos), piedras y cristales, dvd's, antigüedades, baterías para celular, cargadores para celular, chips para celular, de todo.
Seguís caminando, y al llegar a una esquina te encontrás un pequeño corro en cuyo centro hay un bandoneón y una guitarra, con una milonguita con acento de candombe y vino que alegra el alma (todo, acá, tiene algo de candombe y vino).
Algunas de las calles transversales, están contagiadas también de feria. El grueso de los puestos de libros está sobre estas callecitas, con pila de mesitas con revisteros, libreros, disqueros. Mucho vinilo, mucha página amarilla, mucho zitarrosa, mucho poster viejo de Maradona, del Che.
Mucho olor a librería de antaño, a biblioteca de la bisabuela.

La cosa es que seguís (lo dicho, estás buscando a tu amiga María, y no da para frenar media hora en cada puesto, aunque las ganas dentro del cuerpo te lo pidan al estilo "nene que tironea de la manga") y te encontrás con un nuevo puesto de mascotas, que resume, en dos metros cuadrados, una cantidad importante de animales encerrados, encerradísimos, en jaulas o peceras. A saber: un pavorreal, gallinas, gallos, pájaros y pajaritos varios, perritos llorando llantos partealmas, peces, lagartijas, roedores, vendedores de animales (estos últimos sueltos, injusticias de la vida).

Seguís, y al fin te encontrás con tu amiga María, vendiendo picadas y fiambres de campo en su puestito...
--------------------------------Espacio de publicidad---------------------------------------
Domingo... Feria... Amigos... ¿falta algo? Sí, falta algo... Picadas AlmaZen.
Picadas al paso - Queso y leche de cabra - Salamines - Chorizo Campero - Etc.
Domingos en la calle Tristán Narvaja al 1720.
--------------------------------------------------------------------------------------------

Entonces, habiéndo charlado con ella, probado unos ricos fiambrecitos que te convidó, como un poco de cantimpalo y queso de cabra, decidís buscar un buen lugarcito para poner la bandera nómade y las fotos del Pine.
Lo encuentran, y meta cinta, cordoncito y qué se yo, queda todo listo.
Si te animás pelás tu instrumento y te ponés a tocar.
No, no te animás. Entonces el Pine vende un par de fotos, y mientras tanto aprovechás para dar unas vueltas y charlar con gente. Tenés hambre. Te comés algo en el puesto de al lado de AlmaZen, que vende unas galletas de campaña buenísimas a $U20 la bolsa.

Finalmente, llega el momento de la partida (en algún momento hay que laburar, no?)
Te despedís de tu amigo Pine, de tu amiga María, de tu amiga Feria.
Te vas, entonces, con tu amigo Charles y tu amigo violín Barrabás.
Y ahí sí, río arriba nomás, entre cardúmenes de puestos y manadas de antigüedades, hasta agarrar la 18 (de julio), y de ahí derechito al centro.

Subterráneo

Primer domingo de feria Tristán Narvaja, verdad? (sí, verdad). Puesto nómade, verdad? (sí, basta de preguntar eso a cada frase). Bueno, se acerca un tipito muy amable, de unos veintipico, un poquito más bajo que el más bajito de los nómades ("ey! porque me usan siempre de ejemplo de bajito?!" grita el aludido, que se encuentra dentro de quien hoy les escribe). Mira los instrumentos, la bandera, a nosotros, nos saluda, y nos pregunta si todo eso significa algo como lo que se imagina. Sí, significa. Entonces, se presenta como Emilio, nos cuenta de Subterráneo, y nos invita a visitarlo el sábado en dicho espacio. Volantito, un par de minutos de charla, y nos ofrece mostrarnos donde queda. Va Charles.
Se trata de una casa donde viven aproximadamente ocho personas, y donde se realizan actividades y encuentros musicales, literarios y artísticos en general.
El sábado siguiente fuimos.
Llegamos tipo 11 de la noche. Compramos algo en el super de enfrente, en Super Pepe (ya les contaremos de SuperPepe), y comimos acodados en un escaloncito. Pizza y sanguche de noséqué.
Desde el otro lado de la calle se veía a alguien con un violín tocando ahí arriba, por la ventana. Terminamos de comer, fuimos.
Puerta vieja, de doble hoja, timbre con inscripción en marcador arriba "tocá fuerte". Nos abren (Mmmhhh... Edu había sido?) "sí, qué tal, hablamos con Emilio, pasen, bueno gracias, qué tal, Javier, Pablo, Jerónimo... y toda la bola". Escalera caracol, subimos, casa antigua, techo alto, claraboya, bastante gente, música, buena vibra.
Llega Emilio "ey! vinieron!" y nosotros "loco, todo bien" y él "hay grappamiel, cerveza, sirvanse lo que quieran" y nosotros "buenísimo, gracias".
Entramos al lugar principal, donde una guitarra, un mandolín, una balalaika y un par de instrumentos más, bastante gente sentada escuchando, Eduardo (alias "el tío") un copado, Alejandro otro copado.
Al ratín terminó el espectaculo, se fue la banda y un poquín de gente, y empezó la noche de aficionados, con música improvisada (unos cuantos instrumentos muy bonitos), gente pasando a "hacer su gracia", y una onda muuuy agradable. Saliendo al balcón, que rodeaba la esquina, el buen ambiente le ganaba parte a la calle.
Pasaron, por ejemplo, dos hermanos a cantar, uno quitarra en mano, otro sobre el cajón peruano, y ahí fuimos enterándonod de que gran parte de esa gente venía de Salto, del interior. Esa casa es una especie de refugio para el alma de quienes vienen a la capital a estudiar, y de todo el que quiera acercarse al fogón.
Estos encuentros artísticos se vienen dando con una frecuencia de 15 días aprox., y la idea es darles continuidad, y poder hacerlos itinerantes. Otra de las propuestas que ya tienen en marcha es una revista, y otra la publicación de libros de autores inéditos.

Y sucedió, esa noche, que estábamos agotadísimos (con Charles a la cabeza desplomado, y Jero a continuación cabeza obnubilada, suerte que estaba el Pine un poco más despierto para hacer las sociales), así que nos fuimos medio temprano, pero con la promesa de volver pronto, a hacer unas músicas y pasar unos buenos ratos. En fin, buenísima onda esa noche, y en los reiterados regresos al espacio Subterráneo.
Ya van unas cuantas visitas a estos amigos, con un par de comidas riquísimas, un par de músicas, un par de grappamieles.
Ya les contaremos más sobre las andanzas de Emilio, Edu, Mauricio y demás subterráneos... por lo pronto hoy queríamos apenas contar un poco de la buena onda que esta buena gente nos ha brindado, y la energía que han sabido generar en ese amigable espacio.
Larga vida al Subterráneo!!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

El Callejón

Existe un lugar, en donde ocurren las cosas que pasan sólo una vez en la vida. Un lugar entre el derecho y las bellas artes, un no tan estecho pasaje entre imponentes edificios con grafitis y stencils maquillando sus paredes, sin poder ocultar una majestuosidad arquitectónica ya desgastada por el paso del tiempo. Un lugar en donde las voces de la murga se abrazan y bailan juntas al ritmo de los tambores, adolescentes, borrachos y locos se dan cita bajo sus sonrientes faroles, se sientan en grupo, o solos, relajados o en pose junto a la seca fuente, mientras un distorsionado acorde de guitarra rasga el silencio, alguien pide fuego, dos gurisas rien, y la multitud grita golpeando las puertas del cielo. Guitarras, botellas vaciás, tabaco, piedra-papel-o-tijera. La inconstante música tiñe el ambiente con bemoles empapados en alcohol, mientras gente llega sola y se va acompañada, grupos se arman y desarman como baraja de póker, historias empiezan a brotar como pimpollos y otras terminan, como cigarrillo arrojado y pisoteado en el suelo, en este callejón con salida, estrellado y taciturno, nostálgico y vagabundo, en la noche de los dias.

La noche de la nostalgia

Contrariamente a lo que pueda pensarse debido a su nombre, La Noche de la Nostalgia es un evento popular uruguayo que invita cada 24 de agosto a gente de todas las edades a invadir las calles, bares, discos, pubs, plazas, casas y espacio publico en un estado que va desde la alcoholización moderada, hasta los más etílicos estados alterados de conciencia, en busca de diversión, baile, y un poco de amor francés. En cuanto al nombre, puedo decirles, más o menos, que una radio tenía un programa que pasaba tema viejos, y de ahi hicieron una fiesta en las vísperas del feriado nacional del 25 de agosto, luego más gente comenzó a hacer fiestas, más empresarios vieron el negocio, y ahora hay una oferta increible de lugares para divertirse en esa fecha, que van desde salones exclusivos con catering 5 estrellas y 3 pistas de baile, al escalón de un callejón con un tetra de tinto en la mano. Lo importante es que los Nómades no nos ibamos a quedar sin diversión en esta tan anticipada fecha festiva. Asi que recorrimos las calles con los gurises y gurisas y terminamos en aquella casa de Maldonado al 800 que ya conocerán, si leyeron la entrada Wasabi. El lugar estaba menos artistico, lleno de reflectores con luces y música de baile, pero mantenia cierta mistica. Había muchísima gente y costaba bailar de lo apretados que estábamos. Pasaron muchos temas clásicos, de todos los géneros, y luego temas actuales, la idea era bailar hasta que se te acalambre el esófago. Fue una noche divertida, de baile y festejo hasta que salió el sol. En esta nota voy a inaugurar Lo Bueno y lo Malo para cada entrada que cubra algún evento, asi que ahi va!

Lo bueno:

- Muchas opciones para elegir

- Mucha gente en la calle con ganas de divertirse

- Mucho alcohol

- Al otro día es feriado, asi que podés darte el lujo de terminar en una zanja.

Lo malo:

- Algunos alcoholizados pueden ponerse violentos y darte unas clases gratis de insulto a la uruguaya (sobre todo si bailás con su chica)

- Siempre pasan "El menaito". Y la verdád, es un tema de mierda.

- El nombre medio que es un embole, La "Noche de la Nostalgia", buá, yo me imaginé un montón de viejos en un bar tomando grappa escuchando un gramófono de esos con campana, y a un viejo levantando el vaso en el aire, mirándolo, y diciendo "Y pensar que me habían dicho..." y ahi se termina el cacho de imaginación.

- No sé, creo que nada más.

- No, pará, que había algo...

- Ah! Tambien pasan el tema ese del pimpollo que, todo bien con los pimpollos, pero también es una mierda.

Sigan en línea que esto sigue, ahora ya no se para más, es como comer unas Pringles, vos decis "bueno, una más y listo", pero despues seguis, y seguis, "Bueno, agarro una más asi es número par", y ya más adelante "Bueno, para dejar 2 ó3 las como todas". Bueno, chau.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Wasabi

Ese invisible e impalpable viento, que teje sin apuro las tramas de nuestro destino, nos condujo esta vez hacia una casona en Maldonado al ochocientos. Sin dudas ése era el lugar: una suave música ambiental iluminaba la estrecha entrada rociada con juguetonas luces de colores que provenían del interior. Una gurisa custodiaba la puerta sentada distraidamente sobre un escalón. Al vernos se incorporó y nos regaló una pacífica sonrisa: Era Martina. Ella se había acercado a los otros nómades mientras tocaban y nos habia invitado al evento. Rápidamente nos invitó a pasar y nos mostró el lugar. La música y algunos débiles destellos de color me fueron guiando a traves de las sombras a diferentes espacios en donde el arte era protagonista. Galerías de fotos, intervenciones, pintura, dibujo, músicos en vivo, abrigados por una íntima y cálida atmósfera. Luego de una introducción al espacio Wasabi (asi se llama el ciclo) me quedé contemplando el ambiente principal, en una de cuyas paredes se estaban proyectando cortometrajes y videos de diversa clase. Mientras hablábamos, sentí un sutil cambio en el ambiente, algo que no pude precisar, y por el rabillo del ojo vi acercarse una hermosa figura envuelta en un abrigo turquesa: Se trataba de Yas, amiga de Martina y de la gente que organiza el espacio. Luego de una breve charla, Yas me invitó a conocer el resto del lugar. Siguiendo por el fondo accedimos a un pequeño ambiente, que a su vez da a un patio descubierto, alli habia dos bañeras, cuyo fin es cobijar cientos de esferas de gel, las que harán las delicias de los futuros eventos en verano . En el ambiente limítrofe entre el patio y la casa, un barril de lata lleno de leña daba vida al adorado fuego, la oscilante llama iluminaba los rostros de las almas que se reunían en círculo en torno a ella, acercando sus manos en busca de calor, tal vez con la misma fascinación que nuestros ancestros tenían hace miles de años, mientras danzaban alrededor del fuego bajo la luz de la luna, la misma que ahora nos saludaba desde la negra noche con una larga sonrisa. Luego de perderme un poco en los destellos que el fuego producía en las pupilas y rostro de Yas, entré nuevamente en la casa, que ahora me recibía con sonidos más ásperos y metálicos, salíendo de los potentes amplificadores. Entré en un cuarto que no había visto, estaba iluminado por dos lúgubres lámparas en las esquinas traseras y sólo habían en él un armario abierto y un sillón ubicado justo en frente. Me senté despació y pausadamente, casi conteniendo la respiración. Miré dentro el armario, oscuros corazones de diversas formas, colores y tamaños, impresionantemente humanos, me clavaron su ventricular mirada cargada de sístole y diástole. La música ahora invitaba nuevamente a dejarse llevar, con los ojos cerrados, al ritmo de los los pobres y coloridos corazones rotos. Ni un segundo antes de lo debido, me levanté y sali nuevamente afuera. El fuego me esparaba sólo, antiguo, indescifrable, coronando la ocuridad del patio. Al cabo de varios minutos de charla con los brillos naranjas, rojos y blancos, otros rostros fueron llegando a su encuentro. Me senté en un sillón junto al fuego, le di otro vistazo a la boca sin rouge de la luna, y al bajar la mirada nuevamente me encontré con la sonrisa de Yas. Me presentó a varios amigos y charlamos un poco más, mientras más gente llegaba y producia destellantes sombras contra la pared del ambiente. Luego todo comenzó a suceder más deprisa, más conversaciones, rostros, sonrisas, videos, murales, hasta que sólo la música nos iluminaba sumidos en la oscuridad del patio. Muerto ya el fuego, entré, secundado por varios desilusionados, al ambiente principal, mientras algunos continuaban calentando sus cuerpos con melodias e improvisaciones con guitarra y voz. Luego de charlar con la autora de la instalación de los corazones (Agus, hermana de Martina), y de que nos mostrara 2 piezas más, muy hermosas, la gente comenzó a retirarse, la música se fue alejando dando paso a un silencio turbio, y decidimos desandar el camino que nos mostró el viento, y regresar al hogar, no antes sin despedirnos de todos, y agradecerles por una noche llena de arte, fuego, corazones, y una chica de abrigo turquesa.

Poema de la Tana Madrina

Acá compartimos este hermoso poema que nos dedicó nuestra amiga Claudia. Gracias tanita!

Un muelle
en el sol de la tarde

cuatro almas
en el río de la vida

mezcla de sentimientos
en el corazón de un barco

Amistades inesperadas
que trasmiten calor

lejos del muelle
y del sol de la tarde

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Serenata

Mientras tocaba frente a plaza Cagancha (si, que nombrecito..) en una de nuestras oficinas habituales, se me acercó un integrante del público que caminaba por la primera fila, con una propuesta interesante: que toque unos temas en una cena que iba a hacer con su novia en su casa! Ya me habían hecho un par de propuestas en la calle para tocar en boliches, casamientos, fiestas... todas rechazadas en su beneficio, sobre todo porque mi repertorio no es muy grande como para tocar mas de un ratito sin atomizar* a la audiencia. Pero como Marcelo me propuso tocar solo un par de temas, 5 minutos, acepté.
Me preparé "La vie en rose" y "Serenata" de Schubert y llegué a su casa a la hora pactada. Fui con el Pine como guardaespaldas por las dudas y sospechas de que el galán pudiera ser en realidad un novio despechado tendiéndome una trampa... Nada de eso: Marcelo había preparado una cena a todo trapo con velas, vino, rosas y como broche de oro un violinista de carne y hueso tocando en un rincón, un poco nervioso, si, pero no demasiado desafinado (espero).

*Atomizar: Palabra utilizada por los uruguayos que significa algo asi como "Quemar el bocho" o "Romper las pelotas Mal"

And i think to myself…




-->
Llegué temprano a la oficina. Dejé la mochila y el abrigo en un banco, respiré hondo, y me quedé unos instantes contemplando el cielo apacible, casi desteñido, que coronaba los grises edificios de la ciudad. Coloqué con cuidado el estuche en el suelo, lo abrí lentamente y ella se asomó, saludándome con sus habituales destellos dorados. Casi no había viento, y la gente caminaba presurosa hacia algún lugar. Ayudé a Renni a sentarse a un costado del estuche, abrazando su cartelito, desparramé algunos brillos de diferentes valores sobre el paño y alcé a Libertad. Todavía estaba fría, introduje la boquilla suavemente, una niña caminaba de la mano con su madre con la mirada fija en el instrumento, sus ojitos escudriñaban la brillante superficie en busca de alguna respuesta, respiré hondo, y uno, dos, tres…tu, más fuerte tuuu, ahí comenzó, la colegiala con sus penas de amor, las miradas de la gente sobre este rincón del espacio, mi aliento devenido re sol do, mi sol fa. Ya los santos vienen marchando, y una moneda cae, y luego otra, más presión contra la boquilla, pistón uno, pistón dos, descanso, una niña no sabe donde poner la moneda, su madre la ayuda “Ahí, al lado del osito” la niña la deja caer a los pies de Renni, sonríe y corre hacia su madre, la cucaracha sigue sin poder caminar, se ve que algo le falta, otra moneda cae y una sonrisa saluda cordial, gente pasa indiferente, y ella sigue diciendo, quizás, quizás, quizás. Un pulso desesperado buscando una salida, en tonos menores, labios resecos, la sonrisa de la morocha más linda del mundo diciéndome “Suerte!” , otra niña se detuvo, y sacó una moneda de su bolsillito, and i think to myself, what a wonderfull world. Mi aliento ya fatigado recorre las entrañas de Libertad y se vuelca sobre la tarde devenida atardecer. Las monedas caen como doble barra de compas, de algún que otro transeúnte con sensibilidad artística o buen corazón, la cucaracha ya no camina, y el ultimo quizás ya es un borroneado recuerdo, sólo sonidos apagados y cargados de nostalgia y pesadumbre salen de la campana, ya es tarde, y el bullicio vespertino es sólo ahora un arrugado silencio, interrumpido sólo por alguna bocina que me hace un contrapunto en dos por cuatro. Aparto y cuento la gracia de la gente, y me maravillo a veces de la bondad del mundo. Vuelvo a dejar a Renni prendido a mi mochilla, y recuesto a Libertad agradeciéndole y deseándole buenas noches. Camino por la 18 de Julio bajo la sombra del gaucho vuelto homenaje en metal y piedra, pensando en niñas, sonrisas, y nostalgias, and i think to myself…what a wonderfull world…