martes, 16 de febrero de 2010

Màs fotos comentadas

Bueno, èste es el gato. Vali. Està subido a una parecita en la vereda, por la calle Miguelete. Mira medio para abajo, se ve que se le cayò algo. El motorhome està estacionado enfrente, pero no se ve. Al final decidimos dar en adopciòn al gato. Nada personal, pero una casa rodante y un gato bebè no van del todo bien juntos. O capaz que van, pero me rompe las bolas. Sisi, es lindo, ay, que tierno, pero muerde todo. Y se escapa. Y la gente te dice "Eel gaaatooo, el gaatoo, te lo van a pisaar!". O "No vayan a defecar en el àrbol". O "Ah, son argentinos...". Eso ya no tiene que ver con el gato, pero bueno, saliò, por algo serà. En sìntesis, es la foto de un gato, tampoco da para seguir y seguir hablando y sacando temas al respecto. Al menos eso pienso yo.

Javier y Jerònimo en la puerta del espacio cultural H. Plena ciudad vieja, foto en blanco y negro, no hay mucho màs que decir. Javier està con Libertad, mi trompeta, le està sacando unos bemoles y Jero lo mira como con cara de "Aja, mirà vos el pibe". El motorhome està estacionado enfrente, pèro no se ve, igual que en la foto anterior. Y el gato està adentro. Y seguro que està mordiendo algo.










Bueno, èsta es una antigua ventana tapada con ladrillos. Què se yo. Me parece como un sìmbolo fuerte, algo que està hecho para comunicar, ser un espacio de conexiòn entre dos mundos, tapado con ladrillos, cemento, algo tan permanente, tan sòlido y dificil para abrirse paso. Igual, me gustaron los colores creo. El motorhome està estacionado al lado, pero no se ve. Y el gato, bien, gracias.











Claudia evocando a la estatua del pensador, ese que se ve que tenìa algun problema grave y se puso a pensar asi mucho. La sombra del àrbol se continùa en el suelo y parece una sola cosa. Claudia tiene cara de "¿Pero que carajo hago con estos 3 jipis comepan viajando por este pais del tercer mundo?". O capaz cara de "¿Pero que carajo hago con estos 3 jipis comepan viajando por este pais del tercer mundo?¿Y si los mato a todos? Al gato no, pobrecito". El motor home es grande y se llama "El tenaz". Y si, està estacionado al lado y no se ve.









El perfil de Rubi en el motorhome- Ahora si que se ve. Igual està estacionado. Y el gato anda por ahi, quien sabe. Estàbamos cantando una canciòn que hablaba de Colonia. Y decia algo como "There isn`t much to do, in Colonia, we are singing songs, in Colonia, it`s a litle boring, , but i still like Colonia". And so on. We sang in english because Rubi don`t speak spanish. She knows a few words, but speaks very slowly. Y escribi en inglès, y que. Es mi blog. Y la libertad de expresiòn? Y los derechos y todo eso? No sè, fijensè. No, no defecamos en el àrbol señóra, pero deje de decir pavadas, por favor. Pero por favor!

martes, 9 de febrero de 2010

La insoportable enchumbadez del ser

La idea del eterno retorno, postulada por Nietzsche, plantea una concepción cíclica de los acontecimientos históricos: toda la Historia en algún momento ha de repetirse tal cual como ha acontencido,  y ésta repetición se dará por toda la eternidad. La implacabilidad e inevitabilidad de la repetición le otorga una carga, un peso a cada hecho, a cada vida . Por la negativa,  algo que ha sucedido sólo una vez, es fugaz, no importa si ha sido bueno, malo, vulgar o sublime. si sólo se tiene una vida no hay forma de compararla con ninguna otra, se vuelve leve, intrascendente. Por ejemplo la siguiente situación: levantarse a las 8 de la mañana, hacer 20 preparaciones de masa de tortafritas, hacer 130 bollitos, estirarlos, freirlos, venderlas unas vez hechas por la playa al rayo del sol, llenar termos con agua caliente, limpiar todo el desorden, con suerte comer algo y caer desmayado en el suelo siendo las 11 de la noche. Si se hace una sola vez, podemos sumergirnos en la levedad del momento, y casi disfrutar tener una capa de grasa sobre la piel, similar a la que tienen las focas. ¿Qué es una inexplicable disminución de la presión de gas y media producción arruinada por falta de grasa caliente si sucede sólo una vez? ¿Qué son 30 tortafritas quemadas en la gran inmensidad del cosmos? Nada.  Ahora, si metemos a la repetición en esto, y pensamos en 10 dias asi, más el pintoresco hecho de tener siempre la misma plata en la caja (también por razones inexplicables) y el hecho de haber probado al agua de las playas de La Paloma 2 ó 3 veces con suerte, la situación pierde su levedad, ya se parece más a un círculo del infierno. Todo iba mal y para colmo ésto:

Mientras charlábamos con un amable vecino del barrio, se acerca un comprador y pregunta el precio de las tortas. Al ver la patente del motorhome exclama sorprendido: "Ah, son argentinos?" Le decimos que si. Al escuchar la confirmación exclama entre indignado y resignado: "Ah, o sea, vienen argentinos acá a vender tortafritas, bárbaro, somos unos boludos". Visiblemente molesto, de todas formas pide 3, se las envolvemos y se marcha murmurando algo ininteligible.

Venta de 7 tortatritas a un amable señor. Luego de un rato, el mismo vuelve con la bolsa y la devuelve con cara seria, indignado, pero con buena onda: "Disculpame pero esto está incomible. No me importa la plata, pero a esto no lo podés vender como tortafita, es un cacho de masa toda enchumbada". Pidiendo más datos, del porqué de su queja, sólo recibimos un: "Están todas enchumbadas". Le devolvimos la plata y le pedimos disculpas.

Evidentemente, algo andaba mal. Enchumbar. Qué se yo. El caballo relincha, el perro chumba. No, no debe ser eso. Le comento a los muchachos. "Che, nos devolvieron unas... no sé... dijo que estaban enchumbadas". Seguimos la producción, por las dudas prendimos un sahumerio y seguimos trabajando tratando de no mirar fijo a la masa por mucho tiempo.

Pero al rato, una señora que había llevado 4 tortas volvió muy enojada: "Esto es una porquería, mirá. Estan todas enchumbadas, no se puede comer esto". Jero,que estaba adentro, se asoma y le pregunta muy correctamente a la señora: "¿Disculpe, pero podría decirnos que es lo que tienen mal?". La señora alzó la voz molesta: "Está toda la masa enchumbada! ¿No ves?". Más disculpas y devolución de efectivo.

La situación era insostenible. Todo el dia, todos, laburando a full, para hacer la misma plata, no disfrutar el mar, ni nada, y encima, tortafritas enchumbadas, no, eso era demasiado.

Decidimos partir al otro dia. Tiramos toda la masa y grasa sobrante y juramos nunca más hacer una tortafrita con grasa para vender en nuestras vidas. Un par de cosas comenzaron a salir mal (se rompió un herraje, no salía bien el gas) y comenzamos a utilizar el adjetivo "enchumbado" para todas esas cosas que salían mal. "Eh, la garrafa está enchumbada!", "¡Los fideos se enchumbaron!" y asi.

Una amistad uruguaya develó el misterio: Enchumbado significa lleno de aceite o grasa. Nosotros, asqueados ya de tanto comer no probábamos las últimas producciones, y si bien eran ricas, estaban lejos de lo que se suele vender con el nombre de torta frita, era más una especie de pan medio frito con grasa. En ese momento, recorde al muchacho indignado que llevó las 3 tortas, imaginé su expresión al morder la masa y sentir como la grasa se apoderaba de su paladar, lo imaginé tirándola al suelo con rabia y gritando "Estos argentinos son unos hijos de puta! Está toda enchumbada! Arrgh!". No pude hacer otra cosa que reirme de su desgracia durante quince minutos.

En nombre del grupo, le pido disculpas al pueblo uruguayo por tal aberración. No sólo no volverá a suceder, sino que pudimos redimirnos, y deleitamos a todo Valizas con unos exquisitos, aclamados, codiciados y rellenos panes caseros. Pero eso es otra historia.

Piriápolis - Velero Vitòria

Una moneda de dos pesos oficiaría de juez: la cara valdría cero, la ceca uno. Quién sacará puntaje más alto, iría a Brasil con Henry.
Tira Pine... cara. Tira Charles... cara. Tira Jero... Guaaaaaaaa!!!!!!!

La mochila tenía vestigios indelebles de tierra roja. Había tenido su bautismo dos años antes, en un viaje a Misiones.
Empaqué lo que creí necesario, incluyendo ropa de abrigo y de desabrigo, y me conecté un poco a internet para contarles a mi flia y amigos que me iba. Me costó dormir por la ansiedad y el miedo de no despertarme a tiempo. Eran las 3 de la matina, y unas horas antes no tenía ni idea de todo esto. A las 8:15 de la mañana siguiente me encontraría con Pedro (el otro tripulante, brasileiro y macanudo) en la puerta del club, para de ahí salir en taxi hacia la terminal de Tres Cruces, donde nos encontraríamos con Henry.

A las 7:20, los celulares de los tres hicieron su gracia, y 7:30 me levanté y preparé mate. El tiempo no dio para tortas fritas, y 8:04 estaba del otro lado. Pedro - taxi - Tres Cruces, y no sé ni en qué pensé en el trayecto.

En la terminal nos encontramos con Henry, que me sacó en el momento el pasaje: asiento 33.
En la espera me comí un alfajor Cocolate (que me lo cobraron carísimo, obvio) y me fije en un par de mujeres más bonitas que las otras. Me sorprendió lo callados que resultaron mis compañeros. Pedro, con sus 25 años idénticos a los míos, me contó que ésta sería su segunda navegación, pero que había construído un velerito de unos 14 (o eran 17?) pies. Ciudad de origen: São Paulo (se escribe así?).

Abordamos el micro, y fue un alivio que tuviera baño, pese a que ya había ido en la terminal.
Arrancó el viaje, y dediqué una parte a dormir y a leer otro tanto. La primera vez no me había enganchado tanto, pero esta vez estaba leyendo muy placidamente "El general en su laberinto" de G.G.M.
Me desperté, y el paisaje había cambiado bastante: mar a la deracha, con pinos, y playas, cerros a la izquierda allá a mitad de camino hacia el horizonte.
Nos fuimos acercando a lo que supuse que era la parte menos despoblada de Piriápolis (me niego a usar la palabra centro para describir unas casas un poco más juntas que otras) y llegamos a la terminal. Un cuarto de cigarrillo después estabamos subidos a un remís, y $78 pesos más tarde llegábamos al puerto.

El puerto de Piriápolis... el puerto de Piriápolis! Acodado junto a un cerro, en el que unas mini-aero-sillas, unas construccioncitas bastante pintorescas y el verde se disputaban la atención, sumado a esto unas rutas invisibles desde la sub-perspectiva, que sin embargo dejaban ver camioncitos que parecían nadar entre matorrales, el purto se mostró desde el primer momento como una parada de marinos nómades transoceánicos.
En Piriápolis es frecuente que los veleros pasen a maquillarse el fondo, y en el varadero, paso obligado rumbo a las marinas, barcos oceánicos y de aspectos muuuy disímiles desndaban sus cascos y quillotes.
Henry intercambió unas palabras con una pareja de franceses que se presentaron como Christine y... su marido. Los tres hablaron cada uno en su idioma (y recién ahí noté cómo Henry hablaba todo el tiempo de "tu"), y parecían entenderse bastante bien, en lo que parecía una amistad reciente y cortés de puerto.

Abandonamos el varadero (mis ojos, detenidos en la gigantesca panza de ballena de hierro de un velero montado en palos, iban alcanzando con un poco de retraso a mis pies) e ingresamos en la marina donde un Bavaria 50 nos esperaba de proa al cemento. Nombre: Vitòria (sic, es en portugués) Bandera: inglesa.

La cubierta, de fibra de vidrio pero con grandes extensiones de madera de teca, se mostraba amplia, despejada y espaciosa. El cockpit tenía una mesa, dos timones de rueda, dos compases, estructura de inox. en popa, molinetes eléctricos, pompa y boato. Todo en un estilo a la vez ostentoso, elegante y discreto.

El interior, con sus dos camarotes de popa y sus respectivos baños, su mesa de navegación, su mesa extensible custodiada por sillones, su cocina, su televisor plano y moderno, sus terminaciones en madera aquí y allá, junto a su camarote de proa con baño en suite, y uno más chiquito que coronaba el corolario de ambientes, hacían pensar en una encarnación flotante de un coqueto departamento en Barrio Norte.

Habiéndo llevado mis cosas a mi camarote (el pequeño, obvio) Pedro y yo nos pusimos a hacer un racconto de los víveres, y el listado de los elementos faltantes para una semana de navegación.

-Latas varias (salchichas, arvejas, salsa, crema de leche)
-Sopas instantáneas
-Fideos
-Carne en putrefacción
-Huevos en dudoso estado.

En eso vino de visita Romano (o Manfredi... o fígaro... no sé, era italiano... Giacomo, ponele) y se puso a hablar con Henry mientras Pedro usaba su notebook (la de Pedro, no la de Giacomo) y yo escribía esto en mi cuadernito Gloria, antes de ir a recorrer un poco el puerto y recibir una llamada de mi amigo Joako para desearme buen viaje.

Continuará...

De amarra y otras hierbas...

Veníamos de un par de días difíciles... Había empezado el miércoles (11 de Noviembre) con la noticia de que el club no apoyaría la actividad propuesta (paseos gratuitos para el público en general, con charla didáctica y promoción de la náutica), y por ende no nos darían amarra de cortesía.
El plan B, en caso de que las circunstancias se dieran como efectivamente lo hicieron, era solicitar que nos permitieran amarrar en una zona que está fuera del sector de amarras, donde, según nos había dicho el "Pistola", ex capitán del club, podríamos estar sin pagar/sin problemas. La contrariedad de dicho espacio recaía en la poca profundidad del mismo.

Nueva reunión con Álvaro del club, nos mandan a hablar con Chupete Varela, intendente de puerto. También hablamos de la deuda que teníamos con el club (uy!) y qué se yo qué más.

Cuestión: vamos a hablar con Chupete, previo paso por nuestra posible nueva locación (Pine y yo nos entretuvimos un rato intentando acertar con tiros de piedritas, sin ningún tipo de éxito, a un simil miga de pan que había flotando en el agua).
Pepito nos mandó derechito a Hidrografía, a hablar con Magera Berro, porque bla bla bla jurisdicción, y viste como es esto.
Magera Berro, muy amablemente, nos recibió con un NO en la mano, muy lindo y cordial, lo que significó un golpe anímico considerable.
En el club nos encontramos con Pistola, que habló con Varela y consiguió que nos den un espacio destinado a los barcos embargados. Asunto a resolver: conseguir bote para embarco y desembarco (le alquilamos uno a Alejo, uno de los marineros del club).

Fuimos a lo de María, nuestra filósofa amiga, que nos dio una clase de introducción a la filosofía. Después, Pine se quedó y Charles y yo nos fuimos a tocar. Tuve un día flojo de toque, de inspiración y recaudación. Agobiado, pasé a comprar papel higiénico y aceite (y pese a todo sentí que las miradas femeninas me aprobaban, y me consoló apenas el ánimo) y volví al Urki.

Mate y tortas fritas con Pine, y al rato estabamos cruzando en lancha de vuelta a tierra, riéndonos compinches quién sabe de qué (ah, sí, creo que del dueto de matófono y boquilla de trompeta que habíamos hecho en el Urki) rumbo al Club de Tobi: Reunión de navegantes del club, donde se toma y come de lo lindo en medio de lo que podría llamarse un jolgorio, de ambiente rudo y humor de corte piratesco (pero los detalles de esta gente van en otra entrada, porque se lo merecen).

Llegamos, charlamos, comimos, feliz cumple a uno de los muchachos, y Charles, que había llegado un rato antes, nos cuenta que Henry (alias "la abuela Aída", un viejo lobo de mar) iba a llevar un Bavaria 50 desde Piriápolis a Angra, y había ofrecido llevar a uno de nosotros...