sábado, 18 de julio de 2009

De La Plaza

La tarde se iba, y salimos con Charles a vender los dos últimos paquetes de biscotti que nos quedaban. Dejamos al Urki en el muelle y rumbeamos pa`la plaza 25 de Mayo. Camino tranquilo, gente yéndose a guardar, llegada al fuerte. La noche, un poco apurada, nos había sorprendido de muy buen humor.

Desde un localito cálido y empapelado de fotos, Louis Armstrong nos llamó con un delicioso "A Kiss To Build A Dream On". Bicicletas salidas de una película de los años '30 nos recibieron en la puerta.
Un amable personaje, de simpáticos anteojos y tonada brasileña que se presentó como Eduardo, dueño del lugar, nos compró gustoso las galletitas que nos quedaban. No parecía tener más de unos veintipico largos, y conversaba con otros dos señores de, al parecer, igual procedencia. Charlamos un poco sobre nuestro viaje, pasando por el "asunto gomón", Montevideo, Buenos Aires, Brasil, mientras los ojos se nos iban deliberadamente hacia cada fotito, cada cajita de fosforos, cada cajita antigua, cada autito de colección y cada cosa bonita que vivía en ese lugar.
Mientras Eduardo se fue al rincón más apartado del local y los otros dos se retiraban, nos acercamos a una pareja de unos veintipocos que estaba desde antes de que llegáramos. Muy tranquilo él, increíblemente hermosa ella, venían desde Brasilia, viajando por tierra. Nos quedamos charlando frente al hogar a leña (sí, un hogarcito con un disco y objetos artísticos y antiguos arriba y un banquito enfrente).

Entre los cinco armamos dos o tres conversaciones, entre las que íbamos alternando como en una especie de juego de las sillas dialéctico. Las paredes mostraban distintas caras de Colonia, y pedacitos de distintas colecciones de distintos países. Eduardo nos contó sobre su site, sus fotos, la historia de su tío fotógrafo (un grosso que viajó con Bob Marley & The Wailers por todos lados sacando fotos), su fotogalería (esa en la que estábamos, precisamente). Mientras nos contaba cómo había ido armando ese lugar, que tenía mucho de fantasía cumplida, entendí de qué hablaba (si bien lo decía en portugués). Entendí esa elección de vida, ese dejar todo por algo que tal vez desde afuera no se entienda, pero que adentro se manifiesta como un mandato de toda la sangre, una necesidad irrefrenable de volcar en actos algo que ya vive, ya existe en uno mismo. Rafinha nos contó experiencias y cosas interesantes de sus pagos y de sus viajes. Cuando hablaba transmitía paz, debo decir. Juliana/Giuliana habló de cosas que no entendimos del todo. No porque fuera poco clara, sino porque era muy difícil distraerse de sus ojos, y de las fantasías que invitaban a vivir.

La galería se llamaba "De La Plaza", y debe estar entre los lugares más lindos y cálidos de Colonia.
Después de despedirnos de Eduardo, y de invitarlo a visitarnos en el barco cuando quisiera (fecha tentativa: lunes), nos fuimos los cuatro restantes al Urki a tomar unos mates. Una hermosa voz de mujer nos despidió a ritmo de jazz.

1 comentario:

  1. ola amigos,

    gracias por estas belas palavras. Que os bons ventos que lhes trouxeram a colonia, lhes acompanhem por toda a viagem. Um grande abrazo.

    Eduardo

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