viernes, 18 de septiembre de 2009

La Sala y las Oficinas

Casi siempre a lo largo de 18 de julio, fuimos encontrando distintos puntos estratégicos para distintas necesidades.
Para afinar, ensayar, tomarnos unos cafés o mates, por ejemplo, está la Sala. Queda en la plaza del Entrevero, bajando la escalerita de entrada al espacio cultural Subte. Cuando está cerrado, el lugarcito entre la escalera y la puerta de rejas es IDEAL, así que lo adoptamos y lo bautizamos "La Sala". Cuando abre el Subte cierra la Sala, y viceversa. No te escucha casi nadie, y tiene una acustica bastante buena. Y tiene mística, que le dicen.

Para juntarnos o encontrarnos a una determinada hora, puede funcionar la sala, o alguna de las "oficinas".

Las oficinas son lugarcitos que por algo que se podría llamar "aura", sumado a un cierto flujo de tránsito peatonal, ausencia de puestos callejeros y repartidores de volantes, suelen estar buenos para tocar. Está bueno también que la gente que conocemos generalmente sabe que ahí es posible encontrarnos. Y de paso seguimos conociendo más gente, porque siempre se para gente a hablar. Bah, qué se yo, hay días malos y buenos. Hay días que la gente pasa, te felicita, te agradece, las chicas te hacen sonrisitas y ojitos, y otros que te ignoran completamente o te miran con cara de desdén. O caen los pesados que, por ejemplo, te hacen parar de tocar... ¡¡para decirte que toques algo!! (aaaahhh me enfurece cuando me hacen eso) y después se te quedan y se quedan y se quedan, y si al final, después de mil indirectas infructuosas, les decís que te dejen tocar y/o vivir en paz, se van y te dejan con la sensación de ser un mal tipo. Pero bueno, en las oficinas conocimos a gran parte de la gente que frecuentamos y que nos copa, también.
Mis preferidas son las señoras que se te ponen a hablar, porque en general son muy cariñosas.

El Pine generalmente está en el monumento al Gaucho, que queda sobre 18 pasando la intendencia. El lugar está bueno. Le falta un poco de acústica, por ahí, porque es un cruce de calles, pero pasa gente y es cómodo (según cuenta él, porque no toqué ahí). Su oficina alternativa, que funciona a partir de la tarde noche, queda frente a la intendencia al lado de una peatonal. Está bastante buena, y Pine cuenta que cuando apunta a las paredes de enfrente (ese edificio que acabo de nombrar, cuyo sinónimo no encuentro, así que no lo voy a nombrar para no sentir que digo todo el tiempo la palabra intendencia. Uy, lo dije) el sonido reverbera y rebota y suena reee bien. A veces me pasa que a una cuadra y media escucho su trompeta, y encima ya le re-conozco el estilo (y está bueno).

Mi oficina favorita queda en 18 y Cuareim, en la vereda del palacio de Relaciones Exteriores (se llama Palacio pero es una esquina bonita, nomás). Está bueno porque el edificio es lindo, y esa esquina tiene como algo de íntimo. Encima siento que ya tengo "mi gente" (el otro día estaba tocando en la peatonal, y pasó una mina y me dijo que tenía que volver a mi oficina). Pero como a veces siento que puede pudrir que esté siempre ahí, últimamente estuve rotando. Estuve yendo por ejemplo al Banco República, que queda más lejos, y que tiene una vereda gigante, ancha, y un techo altísimo. A veces me va bastante bien ahí, pero cuando hay poco paso de gente, al ser la vereda tan grande, no funciona demasiado.

Charles se había puesto de entrada, en una veredita, con un arco grandote que separa Ciudad Vieja de la Ciudadela. Un buen lugar: la gente pasaba brevemente, lo veía de lejos, y muchas veces tenía que parar obligadamente esperando al semaforo. La puerta de la ciudadela era el lugar que más plata daba, me parece. Bah, Charles en la puerta de la ciudadela (no era sólo la puerta). Pero un día la puerta se ve que se cansó, y ya no fue un lugar tan cómodo, ni dio tanta plata, y medio que se sintió echado por ella. El viento pasando por la puerta llega a ser terrible, y estuvo bastante ventoso este tiempo. Entonces probó en frente de mi oficina, pero no le fue tan bien, y al final descubrió un lugar que le funcionó de pelos: mi oficina (ladrón! devolvedla! jajaj).

Entonces, para compensar, le robo a veces la oficina de la peatonal a Pine. Y Pine, para mantener el equilibrio del Universo, se pone a veces también en mi oficina. Sin contar con que Fernando, un violinista ree copado al que conocimos en la calle (ya les contaremos de él) se pone también en la famosa oficina de Cuareim.
Hubo otra oficina, en la que probé pero que no funcionó casi nada, y encima a Charles le robaron la mochila la vez que probó allí (ya les contará él).

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