lunes, 7 de septiembre de 2009

Wasabi

Ese invisible e impalpable viento, que teje sin apuro las tramas de nuestro destino, nos condujo esta vez hacia una casona en Maldonado al ochocientos. Sin dudas ése era el lugar: una suave música ambiental iluminaba la estrecha entrada rociada con juguetonas luces de colores que provenían del interior. Una gurisa custodiaba la puerta sentada distraidamente sobre un escalón. Al vernos se incorporó y nos regaló una pacífica sonrisa: Era Martina. Ella se había acercado a los otros nómades mientras tocaban y nos habia invitado al evento. Rápidamente nos invitó a pasar y nos mostró el lugar. La música y algunos débiles destellos de color me fueron guiando a traves de las sombras a diferentes espacios en donde el arte era protagonista. Galerías de fotos, intervenciones, pintura, dibujo, músicos en vivo, abrigados por una íntima y cálida atmósfera. Luego de una introducción al espacio Wasabi (asi se llama el ciclo) me quedé contemplando el ambiente principal, en una de cuyas paredes se estaban proyectando cortometrajes y videos de diversa clase. Mientras hablábamos, sentí un sutil cambio en el ambiente, algo que no pude precisar, y por el rabillo del ojo vi acercarse una hermosa figura envuelta en un abrigo turquesa: Se trataba de Yas, amiga de Martina y de la gente que organiza el espacio. Luego de una breve charla, Yas me invitó a conocer el resto del lugar. Siguiendo por el fondo accedimos a un pequeño ambiente, que a su vez da a un patio descubierto, alli habia dos bañeras, cuyo fin es cobijar cientos de esferas de gel, las que harán las delicias de los futuros eventos en verano . En el ambiente limítrofe entre el patio y la casa, un barril de lata lleno de leña daba vida al adorado fuego, la oscilante llama iluminaba los rostros de las almas que se reunían en círculo en torno a ella, acercando sus manos en busca de calor, tal vez con la misma fascinación que nuestros ancestros tenían hace miles de años, mientras danzaban alrededor del fuego bajo la luz de la luna, la misma que ahora nos saludaba desde la negra noche con una larga sonrisa. Luego de perderme un poco en los destellos que el fuego producía en las pupilas y rostro de Yas, entré nuevamente en la casa, que ahora me recibía con sonidos más ásperos y metálicos, salíendo de los potentes amplificadores. Entré en un cuarto que no había visto, estaba iluminado por dos lúgubres lámparas en las esquinas traseras y sólo habían en él un armario abierto y un sillón ubicado justo en frente. Me senté despació y pausadamente, casi conteniendo la respiración. Miré dentro el armario, oscuros corazones de diversas formas, colores y tamaños, impresionantemente humanos, me clavaron su ventricular mirada cargada de sístole y diástole. La música ahora invitaba nuevamente a dejarse llevar, con los ojos cerrados, al ritmo de los los pobres y coloridos corazones rotos. Ni un segundo antes de lo debido, me levanté y sali nuevamente afuera. El fuego me esparaba sólo, antiguo, indescifrable, coronando la ocuridad del patio. Al cabo de varios minutos de charla con los brillos naranjas, rojos y blancos, otros rostros fueron llegando a su encuentro. Me senté en un sillón junto al fuego, le di otro vistazo a la boca sin rouge de la luna, y al bajar la mirada nuevamente me encontré con la sonrisa de Yas. Me presentó a varios amigos y charlamos un poco más, mientras más gente llegaba y producia destellantes sombras contra la pared del ambiente. Luego todo comenzó a suceder más deprisa, más conversaciones, rostros, sonrisas, videos, murales, hasta que sólo la música nos iluminaba sumidos en la oscuridad del patio. Muerto ya el fuego, entré, secundado por varios desilusionados, al ambiente principal, mientras algunos continuaban calentando sus cuerpos con melodias e improvisaciones con guitarra y voz. Luego de charlar con la autora de la instalación de los corazones (Agus, hermana de Martina), y de que nos mostrara 2 piezas más, muy hermosas, la gente comenzó a retirarse, la música se fue alejando dando paso a un silencio turbio, y decidimos desandar el camino que nos mostró el viento, y regresar al hogar, no antes sin despedirnos de todos, y agradecerles por una noche llena de arte, fuego, corazones, y una chica de abrigo turquesa.

1 comentario:

  1. Llevas tan a fondo las sensaciones que experimentan en cada nueva historia que cuando uno lee parece entrar en tu mundo lleno de palabras hermosas y tambien sentir que todos somos parte del proyecto.. Los felicito!! muy buena la pagina. Un beso grande y adelante!

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